16 nov 2010

TRABAJOS DE REDACCION

La necesidad de escribir bien, sea cual fuere el oficio.
Redactar es poner por escrito lo mismo que podemos expresar oralmente, pero atendiendo a ciertas normas gramaticales y, fundamentalmente, a los signos de puntuación, que no son otra cosa que símbolos para facilitar la lectura. Son como las señales de tránsito para evitar accidentes y no salirnos de la vía.
¿Qué es escribir bien?
Escribir bien es tratar de ordenar las ideas, con base en unas normas gramaticales muy sencillas y una sucesión precisa de signos de puntuación.
¿Cómo escribir bien?
Hay que empezar por deshacerse de los desórdenes de sintaxis, de la falta de concordancia, de los gerundios mal utilizados, de las voces pasivas, del dequeísmo y de otros vicios del lenguaje. Hay que aprender a puntuar las oraciones y los párrafos para dar sentido y armonía al escrito, combinar bien las palabras, utilizando sinónimos para no repetirlas en el mismo párrafo, y equilibrar las ideas principales dentro de un texto.
¿Por qué escribir bien?
Escribir bien es una necesidad imperiosa de toda persona que sostiene relaciones personales o profesionales. Toda persona que quiera comunicarse por escrito está en la obligación, por respeto a su destinatario, de escribir en forma clara y gramaticalmente correcta. Por ello, el que escribe tiene que convertirse en editor de sus propios textos, para corregir, eliminar, reordenar y reescribir hasta lograr la máxima claridad, concisión y corrección gramatical.
Para escribir bien se necesita ante todo hacer ejercicios constantes. No aprende a nadar quien no se mete al agua. A escribir se aprende lo mismo que a montar en bicicleta. A escribir se aprende escribiendo.
Sabemos escribir, ¿pero qué tan bien lo hacemos? Para redactar con claridad y precisión es preciso practicar. Para escribir bien hay que escribir mucho, hasta adquirir la práctica suficiente para que exista una relación precisa entre lo que pensamos y lo que finalmente queda plasmado en el papel.
La gramática se puede aprender en teoría, lo mismo que la ortografía y la puntuación. Desde las primeras clases, el niño empieza a comprender estas normas con la ayuda de dibujos y ejercicios, pero al igual que le sucede a quien quiere aprender a nadar, no logrará hacerlo bien, sino se mete a la piscina. Si no se practica la teoría, no se aprende.
La recomendación entonces es escribir mucho y leer más. El hombre, como los animales, también aprende por asimilación. Aprendemos viendo y practicando lo que vemos, como el pequeño chimpancé aprende de su padre cómo quebrar el maní o el aguilucho a volar.
Lo que se busca al escribir es poder comunicar un concepto, una emoción o una vivencia de manera clara, concisa, amena y fácil de entender.
Además de atender a normas básicas de gramática, sintaxis y ortografía, y a los signos de puntuación, que deben ser bien utilizados, quien escribe puede y debe buscar otros elementos de estética literaria, para conformar textos que no sólo informen, sino también que impacten, conmuevan, pongan a pensar o lleven al lector o destinatario a actuar.

1. REGLA DE ORO
La primera norma que vamos a aplicar es la relacionada con la sintaxis castellana. La palabra sintaxis proviene de las raíces griegas syn, que quiere decir con y, taxis que significa orden.
Es decir: con orden. La sintaxis estudia la función que cumplen las palabras dentro de la oración y para nuestro idioma castellano, este orden habla de un sujeto y un predicado. La regla de oro para cada frase debe ser la de seguir el orden natural del idioma castellano: sujeto, verbo, complemento.
Cuando este orden se altera, comienza el riesgo de escribir textos confusos o al menos que estemos pensando en escribir poesía y acudir por ello a todas las figuras y licencias literarias que les son permitidas a los poetas para expresar sus vivencias interiores.
EL SUSTANTIVO
El núcleo del sujeto es el sustantivo, que designa la persona, animal o cosa, que ejecuta o sufre la acción que indica el verbo. Puede ser también complemento en el predicado nominal, formar modos adverbiales y ser complemento de otro nombre, de un adjetivo y de un verbo. Y se emplea a menudo como vocativo. El sustantivo no representa nada, no es significado en sí, es el nombre de las cosas.
Su mayor complejidad en el manejo del idioma tiene que ver con su género y su número. En cuanto a género, en español, solo hay: masculino y femenino. No existe el género neutro, que se presenta en la sustantivación de los adjetivos. En cuanto a número, existen el singular y el plural, para expresar si nombra un objeto o más de uno. El mayor cuidado en cuanto al número tiene que ver con las concordancias verbales.
Hay varias clases de sustantivos:
      Concreto: Se puede palpar o percibir a través de los sentidos: mujer, árbol, manzana, cuarzo.
      Abstracto: No se pueden tocar y sólo es comprensible al pensamiento. Designa fenómenos, cualidades, valores: bondad, paz, maldad, sencillez.
      Común: Designa personas, animales o cosas, sin particularizarlas: ciudad, hombre, río, libro.
      Propio: Designa nombres de personas, animales o cosas, individualizándolas, o sea distinguiéndolas de los demás: Medellín, Alberto, Cien años de soledad.
      Individual: Señala la parte de un todo, una unidad: árbol (de bosque), cantante (conjunto musical), oveja (rebaño), jugador (equipo), soldado (batallón).
      Partitivo: Relacionado con la idea de división: medio, tercio, cuarto.
      Múltiplo: Indica idea de multiplicación: doble, triple, cuádruple.
EL ADJETIVO:
Son las palabras que designan una realidad objetiva, o cualidades subjetivas: hermoso, ordenado, café, aplicado, amplio, elegante.
El adjetivo es aquella palabra que modifica al sustantivo, expresa cualidades o atributos del sujeto. El adjetivo distingue y da a cada palabra su real importancia, de acuerdo al contexto en el cual la estamos utilizando.
Un adjetivo le da apellido a los sujetos, los enaltece o los rebaja, pero lo mejor es cuando se colocan en su punto exacto, cuando agregan algo al significado de una oración. "Cuando el adjetivo no da vida, mata".
"Si encuentras un adjetivo, mátalo", recomendaba Mark Twain, a los jóvenes periodistas.
EL ADVERBIO:
Nunca modifica al sustantivo, pero puede modificar a un adjetivo (muy bello) o a otro adverbio (muy lentamente), pero su función principal es como complemento del verbo, tal como lo expresa su nombre (del latín, ad que significa junto y vérbum que quiere decir, verbo). Al lado del verbo.
Al contrario del adjetivo, el adverbio nunca modifica al sustantivo, pero nos indica y precisa aspectos relacionados con la acción que desarrolla, en cuanto al lugar (acá, cerca, lejos, debajo, encima, afuera, aquí, allí), tiempo (antes, después, luego, todavía, aún, ya, siempre, hoy, mañana), modo (bien, mal, regular, así, apenas, mejor, peor y todas las palabras terminadas en mente), cantidad (mucho, poco, bastante, más, menos, demasiado, mitad, tanto, algo, nada), afirmación (si, claro, cierto, también), negación (no, nunca, jamás, tampoco), duda (acaso, quizás, a lo mejor), interrogación (donde, cuando, como, cuanto, por que), orden (Váyase, quédese, hágame el favor).
EL VERBO
La palabra más importante de la oración gramatical es el verbo. Y una oración gramatical, como tal, no puede tener sino un verbo, en las formas personales de la conjugación. En toda oración debe haber una palabra que nos informa acerca de lo que hace el sujeto.

2. SIN VERBO NO HAY ORACIÓN
Esta será la segunda norma fundamental para aprender a escribir bien: una idea y un verbo activo por frase permite a la persona que escribe mantener un estilo limpio y claro. Para lograrlo, tratemos de evitar los incisos, paréntesis, frases explicativas y subordinadas que puedan confundir. De ser necesarios, construyamos con ellos una nueva oración.
Lo ideal entonces en un texto de orden personal o profesional, que no tenga pretensiones literarias, es desarrollar una idea por párrafo. Primero se enuncia la idea principal y luego se complementa con oraciones que contienen ideas secundarias, separadas con puntos seguidos. Cuando termino el desarrollo de la idea, coloco punto y aparte para pasar a otra.
El párrafo sería entonces la suma de una idea principal más las ideas secundarias.
La idea principal (IP) contiene la información más importante del párrafo, el aspecto fundamental. Si se quitan, el texto queda incompleto y pierde sentido. Gracias a ellas podemos establecer el tema central de un texto.
Sin embargo, es un error pensar que la oración más importante tiene que ser la primera del párrafo. Puede estar en el medio e incluso al final. Se puede jugar con varias fórmulas desde el patrón clásico 1-2-3 que va directo al grano, hasta una fórmula muy creativa de 2-3-1, donde la idea más importante va al final, como remate contundente del párrafo, que empieza con la oración que le sigue en importancia y deja en el medio la menos importante. Por economía del texto, cuando tenga un párrafo completo ensaye incluso a eliminar la oración que considere menos importante.
Las ideas secundarias (IS) sirven de apoyo en la comprensión de un texto, registran las variaciones que se pueden hacer sobre el tema principal, ocupan la mayor parte de un escrito. Complementan o desarrollan la idea principal.
En consecuencia el texto sería la suma de párrafos (P1+P2+P3+P4...) y un párrafo sería la suma de oraciones (IP+IS1+IS2+IS3...)
Para ir jerarquizando las ideas que quiero poner en un texto escrito, una buena guía me la puede proporcionar la redacción periodística, que coloca en un 'lead' o entrada lo más importante o el hecho de mayor impacto y para su desarrollo acude a seis preguntas básicas.
"Tengo seis honestos sirvientes que me enseñaron todo lo que sé. Sus nombres son: qué, por qué, cuándo, cómo, donde y quién".
El qué hace relación al hecho en sí, el quién a su protagonista, el cómo atiende a la forma en que se produjo y el cuándo y el dónde me proporcionan las circunstancias de tiempo y espacio que lo rodearon. Con el por qué se busca una explicación y se alude a sus causas y efectos.
La coherencia del texto final dependerá de la lógica con que se desarrollen las ideas principales y secundarias.
Aunque es bueno advertir que escribir bien es escribir claro y para expresar con claridad una idea, lo primero que se requiere es tenerla clara en la mente. Es imposible escribir con claridad sobre algo que tenemos confuso en la mente.
3. ESCRIBIR LAS PALABRAS CORRECTAMENTE
La tercera norma que vamos a tener en cuenta es la de escribir las palabras de manera correcta. Muchas personas suelen decir que no saben escribir bien, cuando su problema reside por lo general en el aspecto ortográfico, que obedece más a un descuido personal. No es que no sepan escribir, sino que no consultan el diccionario. No se animan, les da pereza, no les queda tiempo.
Nadie tiene la obligación de saber de memoria la escritura de los 80 mil vocablos de la última edición del Diccionario de la Lengua Española, pero si está obligado a escribirlos bien cuando los utiliza.
Los procesadores de palabras de los computadores incorporan hoy además sistemas de corrección, pero no son enteramente fiables.
Cuando escribamos, debemos tener a mano un buen diccionario y todos tenemos obligación de leer y releer lo que escribimos. De tachar y volver a empezar hasta obtener una pieza limpia y sin errores. Gabriel García Márquez, el más célebre entre los escritores vivos, puede pasar todo un día escribiendo para obtener al final del día sólo una cuartilla. Algo que no podríamos hacer nosotros en nuestro trabajo, a menos que estemos aspirando también a un Premio Nóbel.
Lo importante es que nos convirtamos en editores de nuestros propios escritos y no esperemos a contar con un compañero o un superior para que nos haga caer en cuenta de nuestros errores. A nadie le gusta corregirle la plana a otra persona. Corregir es escribir bien.
Un error de ortografía hace dudar a nuestro destinatario de lo que le estamos diciendo. Quien no tiene buena ortografía, pierde credibilidad.
4. ESCRIBIR COMO HACE SU TRABAJO EL ALBAÑIL
Una cuarta norma la vamos a enunciar diciendo que una característica común al oficio de escribir, es el cuidado que tienen quienes lo ejercen para elaborar "cada párrafo con las frases más adecuadas y cada frase con las palabras precisas".
En palabras del escritor Rafael Seco "consigue hacerse entender mejor, el que se expresa con mayor claridad y precisión".
Quien construya una oración con las palabras precisas puede hacer los párrafos más estructurados. Es lo que le sucede al albañil al ir pegando ladrillos para hacer una pared y con cada pared levantar un edificio, que sería, en nuestro caso, el texto completo.
Toda redacción se construye a partir de oraciones y la suma de oraciones forma párrafos. O sea, el conjunto de renglones continuos que desarrollan una idea. El párrafo no es más que la suma de unidades llamadas oraciones.
Aquí vamos a distinguir dos grandes tipos de oraciones: las oraciones sicológicas y las oraciones gramaticales.
La oración sicológica es uno de los conceptos más importantes para tener en cuenta a la hora de poner por escrito lo que alguien dice o piensa. Por oración sicológica debemos entender el conjunto de palabras con sentido completo, de acuerdo con la intención, entonación y forma de hablar de cada persona.
Esto quiere decir que la oración sicológica está asociada a la forma natural de expresarse de cada persona. Es la forma espontánea como hablamos y que difiere mucho de unos a otros, pero que tanto el hombre culto como el iletrado pueden desarrollar para hacerse entender. La oración sicológica no admite límites, no tiene extensión, pues obedece a la forma particular de expresarse que cada uno tiene o a la intención que perseguimos al hablar.
La oración gramatical, en cambio, es el menor conjunto de palabras con sentido completo; sin que le sobren ni le falten palabras ni se pueda partir. Tampoco tiene una extensión determinada, pero si sabemos que es menor a la oración gramatical, donde se van enlazando palabras y frases.
Con una sola palabra, un verbo activo, se puede construir una oración gramatical (llueve, amaneció, desperté, párate) y sin verbo es imposible que exista, con excepción de algunas frases con las que se forman refranes, donde el verbo está implícito. Ejemplo: "De tal palo, tal astilla".
Una oración sicológica, en consecuencia, estaría formada por varias oraciones gramaticales, enlazadas por conjunciones y formando frases subordinadas y yuxtapuestas, con la mediación de los signos de puntuación.
Para ver la diferencia entre una oración sicológica y una oración gramatical, que es la misma entre lenguaje oral y lenguaje escrito, podemos hacer el experimento de transcribir una exposición verbal. De inmediato notaremos que la oración sicológica está llena de repeticiones de palabras, de énfasis tonales, de rodeos, de frases casi simultáneas o montadas unas sobre otras y que no tienen un orden como lo exige la oración gramatical.
5. MATRIMONIO DE SUJETOS, VERBOS Y ADJETIVOS
La quinta norma que trataremos tiene que ver con una de las fallas más comunes al escribir: la falta de concordancia. Gramaticalmente se da el nombre de concordancia al acuerdo que debe existir entre el sujeto y el verbo en cuanto al número y persona, y la relación que guardan el sustantivo y el adjetivo en cuanto a género y número.
Un sujeto y un verbo siempre deben estar en el mismo número (singular o plural) y la conjugación personal (yo, tu, el, nosotros, vosotros, ellos).
El sustantivo y el adjetivo estarán siempre en el mismo género (masculino, femenino) y el número (singular, plural).
Sin embargo, existen ciertos casos especiales:
    Cuando el adjetivo antecede a varios sustantivos, concuerda con el más próximo:
           Esta región posee hermosos valles y montañas
           Esta región posee hermosas montañas y ríos
    El adjetivo concuerda con los nombres en plural cuando estos forman una serie: Los asustados jefe y secretaria se tiraron al piso cuando empezó el tiroteo.
           Muy agotados, Silverio, Juan e Inés se fueron a dormir
    Cuando el adjetivo sigue a una serie de sustantivos singulares, se pone en plural. El género depende de si son todos masculinos o femeninos.
           Posee una paciencia y tenacidad maravillosas
           Posee un tino y un don de gentes maravillosos
    Si los sustantivos son singulares y de diferente género, el adjetivo se pone en plural masculino:
           Vestía un pantalón y una corbata muy hermosos
    Si los sustantivos son de diferente género y número, el adjetivo se pone en plural masculino:
           Estaban llenos el zaguán y las habitaciones.
           El perro y las gallinas estaban asustados.
Lo más característico de los adverbios es que son invariables dentro de la oración, es decir, son ajenos a las alteraciones de terminación que producen los accidentes de género y número.
O sea que al cambiar el género o el número de alguna de las palabras de la oración no varía el adverbio en su terminación: no es plural, ni singular, ni femenino, ni masculino, ni neutro. Si cambia entonces es adjetivo y no adverbio.


LA CONCORDANCIA VERBAL
Lo más fácil sería que los verbos no tuvieran inflexiones, para cada persona, de tiempo y modo. Lo fácil, pero no más conveniente, sería poder utilizarlos como Tarzán. 'Yo ser el hombre mono'. 'Yo ordenar tu salir de mi selva'.
Sin necesidad de tener que acudir a regularidades e irregularidades como yo adecuo, él anduvo, vos verás, temple allá, enderece aquí, nadie se acomidió a ayudarme, etc.
Buena parte de los errores en el manejo del idioma surgen del difícil régimen de la conjugación de los verbos y en el uso de los requisitos preposicionales: aspira a, participa en, se acordaron de, con base en, está convencido de, esta relacionado con, cuando no del famoso dequeísmo, que para evitarlo, la mejor solución es hacer la pregunta inversa la afirmación que queremos hacer. Por ejemplo, si dudamos sobre su uso en la frase: Ellos están convencidos de que..., debemos preguntarnos, ¿de qué están ellos convencidos?, para ver si podemos utilizar el 'de que' al dar la respuesta.
Y obviamente, uno de los mayores dolores de cabeza lo constituye la concordancia. Que exista una relación entre el número del sujeto o su género, con el verbo. Esto es, ante todo, una cuestión de cuidado. Otro error frecuente, relacionado con las conjugaciones verbales, se presentan en la forma simple impersonal:
Debemos decir: Había conmigo veinte personas en el salón. Y no: habíamos....
           Hubo unas niñas muy bonitas. Y no: Hubieron...
           No habrá más visitas hoy. Y no: No habrán...
           Ha habido problemas. Y no: Han habido...
           Había derrumbes en la carretera. Y no: Habían...
Pero si podemos decir: Ellos se habían acostado temprano. Cuando haber es auxiliar para una conjugación compuesta.
Cuando el verbo haber indica existencia o que algo ocurrió siempre se usa en singular. O sea, cuando acompaña a sustantivos.
Hubo- habrá- había: fiestas, días, personas, clases, situaciones, muertos.
Va en plural cuando se usa como verbo auxiliar.
Hubieron- habían- habrán: cantado, venido, llegado, escrito, dicho, hecho. Haber+ participio (ado - ido).

Para tener en cuenta: Verbo satisfacer.
Conjugación impersonal: pasado satisfizo, futuro satisfará
Verbo abolir: Yo derogo- derogué- derogaré
Tu derogas- derogaste- derogarás.  El deroga- derogó- derogará
Nosotros abolimos- abolimos- aboliremos. Vosotros abolís- aboliste- aboliréis
Ellos derogan- derogaron- derogarán
6. LOS CONECTIVOS PARA HILAR UN TEXTO
La sexta norma para lograr escribir bien es saber utilizar los elementos de enlace, que dan conexión a los párrafos y que permiten ir hilando un texto de principio a fin, sin cambios bruscos y sin perder la unidad.
Los elementos conjuntivos o de enlace, que podemos llamar también conectivos, como su nombre, lo dice se emplean para relacionar una oración con otra, o un párrafo con el que le antecede.
Entre estos elementos encontramos las conjunciones, que permiten unir expresiones, de la cual la más común es la 'y'. También están los artículos que señalan un determinado sustantivo (el, la, los, lo) y los determinantes que muestran también al sujeto (esos, estos, varios, algunos, otros, otras.
Existen además expresiones conjuntivas, que solo en casos muy especiales, pueden aparecer en el encabezamiento de un escrito, pero que se utilizan para ligar oraciones o párrafos.
Tienen una característica en común, después de cada expresión debe ir una coma.
Estos conectivos son hoy en día los más utilizados y muchas veces se convierten prácticamente en muletillas, por su reiteración.
Tales conectivos son, por ejemplo, empero, entonces, en efecto, según esto, entre tanto, finalmente, en consecuencia, entre otras cosas, de lo contrario, además, de otra parte, por otro lado, también, en este punto, en este sentido, sin embargo, en este orden de ideas.
Cumplen además esta función de enlazar párrafos, algunos verbos como precisó, aclaró, explicó, finalmente anotó, y también los pronombres demostrativos como este, ese, aquel, aquello, tanto, tal.
La mejor recomendación en el uso de los conectivos, como sucede con los adjetivos, es la de utilizarlos sólo cuando sean estrictamente necesarios, para no recargar el texto de expresiones que en lugar de dar claridad confunden al lector o hacen más farragosa la lectura.

El paso de un párrafo a otro ha de ser tan natural, que el lector no debe percibir ningún bache ni brinco y para ello siempre lo más aconsejable es la natural evolución de las ideas, en su debida jerarquización, pero con la corriente natural de quien narra un cuento, donde siempre un suceso desemboca en otro.
En conclusión, entre los párrafos deberá existir una conexión lógica, con palabras y frases de transición que faciliten el flujo armonioso de las ideas.
7. ASPECTOS GENERALES
    Las palabras escritas con mayúsculas no se dividen.
    Es conveniente tildar las vocales escritas con mayúsculas.
    Se puede utilizar la mayúscula para resaltar algún dato, pero sin exagerar su uso.
    En español se escriben con minúsculas los días, meses, puntos cardinales y las estaciones del año. Excepto después de punto o al comienzo del párrafo.
    Se escriben con mayúscula inicial los nombres de personas, empresas, cargos, dependencias.
      Las cifras que representan dinero no se separan con espacio sino con coma en los decimales, con punto para las unidades de mil y apóstrofo para las unidades de millón. El signo pesos va unido a la cifra al comienzo y la palabra pesos sigue al número.
8. FUNCIONES DEL LENGUAJE
Al escribir hacemos uso de la capacidad que tiene el lenguaje para comunicar una idea, una emoción, un sentimiento y las vivencias propias o de quienes nos rodean.
Por medio de la escritura podemos exponer con toda claridad y precisión un pensamiento o conmover a las personas, recreando una situación, hasta el punto de hacer que a sus ojos salte una lágrima, una sonrisa asome a sus labios o sienta en la piel una sensación placentera. También las podemos mover a la acción.
Esto es posible porque el lenguaje tiene cuatro funciones:
    Función representativa: Comunica cualquier idea, Cuando el lenguaje se utiliza para comunicar alguna idea o pensamiento se está utilizando la función representativa.
    Función expresiva: Comunica una emoción, Cuando una persona expresa algún sentimiento o emoción está utilizando esta función. Mediante el tono del escrito y su fuerza dramática se pueden expresar sentimientos de dolor, alegría, tristeza, etc.
    Función apelativa: Busca que el receptor responda, El lenguaje tiene función apelativa cuando se utiliza para llamar la atención del público, o de un receptor (un cliente, un empleado, etc.) y provocar en él una respuesta inmediata.
    Función estética: Busca reinventar el lenguaje, Cuando una persona desea expresar todo lo que piensa y siente, y lo hace acudiendo al lenguaje literario, se cumple la función estética del lenguaje.
A partir de estas funciones del lenguaje, podemos crear en consecuencia varias clases de escritos o textos:
    El cotidiano: que utilizamos en el estudio o el trabajo y en la vida cotidiana.
    El literario: que encontramos en los libros y por medio del cual se cuentan historias en novelas, cuentos, poemas y otras formas de narrativa.
    El periodístico: que encontramos en los medios de comunicación y por medio del cual se comunican los hechos o se interpreta la realidad.
    El científico explica fenómenos de la naturaleza y de la sociedad.
    El icónico es el que hallamos en historietas, caricaturas e ilustraciones.
PASOS PARA REDACTAR
1.- Selección del tema.
Puede tratarse de un tema que te hayan pedido desarrollar... Si no es así, elige redactar sobre algún asunto de tu interés.
El tema debe ser específico y debe estar claramente delimitado. La extensión debe ser manejable y es recomendable que se discuta las características y el valor del tema con e coordinador.

2.- Búsqueda de información.
Para informar sobre un hecho, la técnica de las ocho preguntas es muy efectiva: Hazte las siguientes preguntas y contéstalas:
   1. ¿qué?
   2. ¿quién?
   3. ¿dónde?
   4. ¿cuándo?
   5. ¿por qué?
   6. ¿cómo?
   7. ¿cuál?
   8. ¿cuántos?

La técnica de los siete imperativos es muy útil para todo tipo de escritos:
   1. Descríbelo: ¿cómo lo ves, sientes, hueles, tocas o saboreas?
   2. Compáralo: ¿a quién se parece o de qué se diferencia?
   3. Relaciónalo: ¿con qué se relaciona?
   4. Analízalo: ¿cuántas partes tiene?, ¿cuáles?, ¿cómo funcionan?
   5. Aplícalo: ¿cómo se utiliza?, ¿para qué sirve?
   6. Arguméntalo: ¿qué se puede decir a favor o en contra?
   7. Conclúyelo: ¿qué conclusiones sacas?

Para temas en general, la técnica hazte todas las preguntas que se te ocurran es muy efectiva. Por medio de un buen número de preguntas, generas un cuestionario para buscar luego las respuestas. Por ejemplo:
   1. ¿qué es?
   2. ¿cómo es?
   3. ¿para qué sirve?
   4. ¿cómo se administra?
   5. ¿cuánto mide?
   6. ¿qué le hace falta?
   7. ¿es seguro?
   8. ¿otros usos?
   9. ¿dónde está?
   10. ¿instalaciones?
   11. ¿quién lo mandó construir?
   12. ¿cuándo se construyó?
   13. ¿cómo es en relación con otros?
   14. ¿cuánto se gasta en su mantenimiento?
   15. ¿por qué es importante tenerlo?

La técnica elige dos o tres términos clave es útil para cualquier clase y tamaño de escritos. Por ejemplo:
Luis trabaja como guía turista: su trabajo es estimulante, pero agotador.

Palabras clave: estimulante y agotador.
Estimulante:
   * Viaja mucho
   * Cuenta con 10 años de experiencia
   * Conoce muchos lugares
   * Trata con mucha gente importante
   * Adquiere mucho acervo
   * Domina varios idiomas
   * Gana mucho dinero
   * No tiene horario fijo

Agotador:
   * No tiene tiempo libre
   * Trabaja toda la semana
   * Tiene que estar alegre y sociable todo el tiempo
   * No cuenta con tiempo para formar una familia
   * Debe estar disponible las 24 horas del día cuando está guiando a un grupo

 Redacción: Luis es un excelente guía turista con diez años de experiencia. Conoce los cinco continentes por lo que su acervo es muy amplio y culto. No hay lugar del planeta que no haya visitado cuando menos una vez. Ha tenido que aprender varias lenguas y, por consecuencia, es un conversador muy ameno por lo que todo tipo de personas de alto nivel intelectual y cultural buscan su compañía.Por otro lado, no le queda tiempo para cultivar una vida privada... También se siente agotado, ya que casi no descansa y siempre tiene que estar disponible y presentable y, además, debe mantener una perenne actitud positiva y lucir una eterna sonrisa. 

La técnica lluvia de ideas dura pocos segundos o minutos, durante los cuales, el autor se dedica solo a reunir información para el texto. Se sumerge en la piscina de su memoria y de su conocimiento para buscar todo lo que le sea útil para la ocasión.
Consejos para la lluvia de ideas:
   * Apúntalo todo, incluso lo que parezca obvio, absurdo o ridículo. ¡No prescindas de nada! Cuantas más ideas tengas, más rico será el texto. Es posible que más adelante puedas aprovechar una idea aparentemente pobre o loca.
   * No valores las ideas ahora. Después podrás recortar lo que no te guste. Concentra toda tu energía en el proceso creativo de buscar ideas.
   * Apunta palabras sueltas y frases para recordar la idea. No pierdas tiempo escribiendo oraciones completas y detalladas. Tienes que apuntar con rapidez para poder seguir el pensamiento. Ahora el papel es solo la prolongación de tu mente.
   * No te preocupes por la gramática, la caligrafía o la presentación en este momento.
   * Nadie más que tú leerá este papel.
   * Juega con el espacio del papel. Traza flechas, círculos, líneas, dibujos.
   * Cuando no se te ocurran más ideas, relee lo que has escrito o utiliza una de las siguientes técnicas para buscar más.

La técnica de escritura libre o automática consiste en ponerse a escribir de manera rápida y constante apuntando todo lo que venga a la mente en ese momento sobre el tema que escribimos, o sobre otros aspectos relacionados con él. Hay que concentrarse en el contenido y no en la forma, valorar la cantidad de texto más que la calidad; y, sobre todo, no detenerse en ningún momento. Se recomienda empezar por sesiones de diez minutos, que pueden llegar hasta veinte o treinta, con la experiencia.
Es muy útil para generar ideas y superar bloqueos. El texto resultante tiene muchas deficiencias que se corregirán al desarrollar la redacción y reescribir la versión final.

La técnica frases empezadas: es bastante más concreta que la de lluvia de ideas. Sirve para orientar la redacción.
Lo más importante es...
Tengo que evitar que...
Es necesario que no olvide que...
No estoy de acuerdo con...
Me gustaría...
Opino...
La razón más importante es...
Quiero...
La técnica de mapas y redes:
Los mapas (de ideas, mentales, o denominados también árboles o ideogramas) son una forma visual de representar nuestro pensamiento. Consiste en dibujar en un papel las asociaciones mentales de las palabras e ideas que se nos ocurren en la mente.

GRAFICO
Escoge una palabra nuclear sobre el tema que escribes y apúntala en el centro de la hoja, en un círculo. En seguida, anota todas las palabras que asocies con ella y circúlalas. El procedimiento dura unos cuantos minutos. Luego, anota cada palabra como encabezado y escribe todas las que se te ocurran que tengan relación con la palabra principal. El papel se convierte en la prolongación de tu mente y en un buen material para iniciar la redacción. Elige el punto de vista desde el que vas a abordar tu texto.
Finalmente, si tomas en cuenta cada uno de los aspectos anteriores, podrás redactar con facilidad un escrito sobre “Educación Superior” o sobre “El mar”, etcétera.

3.- Elaboración de un bosquejo.
Una vez que tengas la información, organízala:
   * Determina cuál es la idea principal o tema.
   * Ordena las demás ideas de acuerdo con su importancia, de mayor a menor.
   * Expresa cada idea con enunciados claros.
   * Organiza el texto.

4.- Redacción de un borrador.
Elabora un primer intento de redacción. Este borrador debe contener las partes básicas de la redacción final.
 
5.- Revisiones.
En un proceso eficiente de revisión se debe tomar en cuenta lo siguiente:
   * Sirve para mejorar globalmente el texto.
   * Afecta a fragmentos extensos de texto, las ideas principales y la estructura.
   * Pueden surgir nuevas ideas.
   * El cambio de un término o palabra puede motivar a rehacer la estructura de toda una frase o párrafo.

6.- Redacción definitiva.
Después de efectuar una última revisión, puedes elaborar el texto definitivo. Todavía se recomienda una última revisión después de poner distancia temporal; es decir, que conviene dejar a un lado el texto definitivo por un tiempo determinado -según la urgencia que se tenga de presentarlo-, y volver a efectuar otra revisión antes de darlo por terminado.


TECNICAS DE REDACCION

Claridad
Consiste en la expresión de las ideas y conceptos de tal manera que se facilite la lectura de una tesis y con esas Líneas se capten las ideas conforma se quisieron expresar.
Precisión
Se dice que una situación es precisa, solo cuando expresa con exactitud el asunto; sin rebuscamientos inútiles ni información de más, pero también sin omitir conceptos importantes ni abusar de la cortedad de los datos. Únicamente se expresa lo necesario.
Propiedad
La característica de propiedad en la redacción es la utilización correcta de las palabras, construyendo las frases conforme a las reglas gramaticales; usando solo los vocablos adecuados, de acuerdo al significado, la escritura y la pronunciación que se les quiere dar a las palabras.
Concisión
Esta característica de la redacción consiste en expresar con el menor número de palabras los pensamientos, ideas y conceptos referentes al tema, sin que por ello se le reste claridad ni precisión respecto a su contenido.
Sencillez
Esta cualidad de la redacción estriba en redactar las ideas, los conceptos, hechos y aportaciones con naturalidad; es decir, con sencillez en el uso del lenguaje, utilizando frases y palabras simples sin rebuscamientos ni tecnicismos inútiles, ni con frases o palabras presuntuosamente elevadas que suponen mayor cultura […] se puede entender como el uso de un lenguaje coloquial en la escritura, como si el autor lo estuviera dictando una conferencia, con un lenguaje simple, sin adornos ni rebuscamientos inútiles y estériles que sólo entorpecen el entendimiento del texto. La mejor forma de redactar, bajo esta cualidad, es hacerlo como si el escrito se expresara como una plática.
Asertividad
Se dice que alguien es oportuno cuando dice o hace lo necesario, justo en el momento que se requiere, aunque no necesariamente esto sea lo más adecuado. Se dice que alguien es asertivo cuando dice o hace lo adecuado en el momento oportuno y con ello acierta a lo que se está tratando, pero además con esto se benefician tanto el que lo escucha como al que lo expresa. Lo mismo se dice para quien así actúa en el trabajo, en la escuela, en el hogar o en cualquier otro lado.
Esta precisamente es una gran cualidad de la redacción, decir en el momento justo, más bien escribir, la frase o palabra que el lector espera que se diga, exactamente en ese momento, ni antes porque no se entendería ni después porque ya no tendría caso. Utilizando para ello las palabras adecuadas, exactas y con el significado preciso y claro a lo que se quiere indicar.
Tono y fuerza
La forma de redactar, la intensidad que se le dé al escrito y la profundidad con la cual se expresen los términos plasmados en un documento, es lo llamado tono del escrito. Es decir, la forma y la fuerza que se le dan a las palabras para expresar lo que se desea, es el tono que se le quiere dar a lo que se escribe. Para que así se entienda.
Puede haber diversas tonalidades de un escrito, los hay muy tenues y cálidos, otros demasiado fuertes y acalorados, algunos mas tibios y temerosos y en así, existen una gama de estilos muy distintos entre si. Sin embargo se debe entender que éstos son los tonos que expresan la personalidad de quien lo escribe.



NOTA  1: ELABORA 3 TRABAJOS DE REDACCION DE TEMAS DE TU INTERES, TOMANDO EN CUENTA LOS ELEMENTOS PRESENTADOS ANTERIORMENTE.

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